miércoles, 5 de marzo de 2014

Columna de Opinión: "Avenida Brasil"... ¿sobre-valoración excesiva o fenómeno justificado?


Por: Lucas TV.

Sabido es ya que Avenida Brasil es la telenovela más exitosa de los últimos tiempos a nivel mundial. Un fenómeno de audiencia y repercusión que recorre nuestro planeta paralizando cientos de países, Brasil, Chile, Colombia, Argentina, Uruguay, Croacia, Estados Unidos, México, Francia, entre otros, mostrando la anhelada venganza de Nina en contra de su malvada madrastra Carmina. En poco tiempo se ha convertido en la producción brasileña más vendida en la historia de Globo, superando con creces a otros fenómenos como Terra Nostra y El Clon, y también la novela con mayor repercusión en las redes sociales, teniendo la suerte de ser transmitida en conjunto con esta nueva revolución tecnológica, donde sitios como Twitter o Facebook juegan un rol importante al momento de medir las audiencias y el movimiento que hay en torno a un producto televisivo... en este contexto es que Avenida Brasil fue una real fiebre dentro de la web, Trending Topic número uno de Twitter en cientos de oportunidades durante toda su emisión y comentario necesario entre los televidentes de Facebook.

Hablando de números en Peoplemeter, lidera frente a la competencia en la mayoría de los países donde es transmitida, y Chile no fue la excepción. Toda su exhibición fue un suceso de audiencia, su promedio más bajo fue de 8.8 puntos, números que durante años catalogamos como milagro. 12.4 puntos fue lo que promedió la telenovela en nuestro país, está dentro de las más vistas en la tarde y, ahora viene lo mejor, promedio de 24 PUNTOS en su gran final a las 22:30 horas, con peak de 26, es decir, rompió el récord de la novela de Globo que alcanza mayor audiencia en Chile, superando al final de El Clon el año 2002 (22 puntos a las 14:30 horas). Números que jamás olvidaremos, y que de seguro añoraremos con el tiempo.

El final más exitoso de la historia de las Teleseries Brasileñas en Chile.
Ahora, es de suponer que detrás de un éxito sin precedentes debiera haber una tremenda historia, moderna y atrapante, bien hilada y narrada... Pero, ¿será que Avenida Brasil cumple con esas características? ¿Se justifica el fenómeno? ¿Cuáles son las verdaderas razones del éxito de esta historia?

Tenemos como base estructural, como columna vertebral de la novela un recurso mil veces usado antes, y no por eso desgastado o poco atractivo, la venganza. Esta vez reflejada en el conflicto Nina - Carmina... la pequeña Rita ve a su padre morir por culpa de su malvada madrastra Carmina y su amante Max, quienes dejan a la niña en un tiradero, luego es adoptada por una pareja de argentinos, y vuelve 12 años después para vengarse de Carmina, la que se casó con un multi millonario jugador de fútbol y vive como reina en una mansión en medio de un barrio popular del suburbio carioca. Venganza, venganza y venganza... es imposible, gente, que una novela pueda hilarse durante sus ciento y tantos capítulos bajo la simple premisa de la venganza. Cualquier parecido con miles de telenovelas a nivel mundial... no debe ser mera coincidencia.

Hay muchos que dicen y afirman con rectitud (me incluyo) que las peores novelas son las que consiguen mayor audiencia. Si no fuera así, me costaría aún más poder concebir el éxito de historias como Renacer, El Rey del Ganado, Terra Nostra, India, América, Fina Estampa, y la mismísima Avenida Brasil. ¿Las razones? Quién sabe, los autores a través de distintos elementos clásicos de la teledramaturgia (tópicos repetidos, personajes altamente arquetípicos de esencia, recursos excesivamente usados) crean historias fáciles de digerir para el espectador pasivo y corriente de telenovelas, sin complejos y nula trascendencia de los conflictos y ocurrencias que podrían aprovecharse mucho más. Todo eso, característica principal de Avenida Brasil, que junto a la horrorosa Fina Estampa, encabezan la lista de los experimentos que la Globo ha realizado en los últimos tiempos, y que han resultado sumamente exitosos, pero que dicho sea de paso, son la más clara demostración de la ausencia de contenido y la pérdida de verosimilitud en las teleseries brasileñas.


Muchos viudos de Avenida Brasil (en su mayoría novatos) van a pensar que estoy totalmente equivocado. Bueno, en realidad nadie lo está, pero tampoco nadie está en lo cierto. De todas maneras, sé que muchos me encontrarán la razón, Avenida Brasil pudo haber sido una promesa, pero las cosas tomaron un rumbo inadmisible, como si hubieran subido a un cohete directo al espacio exterior (más bien directo a un hoyo negro). Sí, ya lo dije y qué, como decía un conocido personaje de la televisión chilena.

Comienza la historia con un ritmo ágil, presentando a los personajes que nos acompañarían durante meses con claridad y, como se dice popularmente, "tirando toda la carne a la parrilla". Situaciones atrapantes, una historia bien interesante, y demostrando claramente que estaríamos frente a una novela "diferente" y distante del estilo clásico de la telenovela de Globo. ¿Melodrama? ¿acción? ¿qué?... se prometió con los primeros capítulos algo que evidentemente no encontramos en la segunda fase de la novela. Soy capaz de aceptar que Avenida Brasil tuvo un inicio de excelencia, pero hasta ahí no más llegó la riqueza y el ritmo vertiginoso, porque luego de la llegada en la trama al presente, el guión se ocupó de acabar con nuestra paciencia y hacer como si el espectador fuera un tonto.


Comienza la segunda fase, Nina regresa Brasil para vengarse de Carmina y con ello, un guión que cae en lo absurdo, lo repetitivo y lo más alejado de la realidad, abusando así de muchos recursos que podrían ser casuales y ayudar al creador, pero que luego se transformaron en pan de cada día de un conflicto central que en muchos momentos no avanzaba, y se convertía en lo ridículo de lo ridículo. ¿Las personas realmente nos gritamos a cuatro vientos nuestros secretos oscuros, y podemos ser tan desleales, andando por la vida queriendo escuchar detrás de las puertas y planeando constantemente fastidiar al enemigo? Sin duda el mayor problema de Avenida Brasil, es que los personajes no evolucionaron de A a Z, no hubo progresión dramática, es decir, Nina fue igual de principio a fin, al igual que Tifón, Max, Muricy, Jorgito y tantos otros personajes planos, sin moral y plásticos.

Hablemos de los personajes... ¡Dios mío! Qué manera de dejar mal a los brasileños, pareciera que acá la venganza fue de Joao Emanuel Carneiro (autor de AB) en contra de la sociedad brasileña y el suburbio carioca, porque pensándolo bien, no creó ningún personaje bondadoso y bueno de corazón. Fue una novela llena de irreverentes, mal educados, chismosos, peleadores, estúpidos, gritones, arrogantes, ambiciosos y sin moral. Partiendo por la "protagonista" Nina, quien se muestra vengativa y decidida con sus planes, dispuesta a todo por lo que ella tanto llamó como "justicia", a pesar de que su padre argentino, al cual ella decía amar con todo su corazón, antes de morir le pidió como último deseo que desistiera de la venganza, lo mismo le pidió su querida Mamá Lucinda en miles de oportunidades, y hasta su amado Jorgito. Es decir, una persona que no es capaz de cumplir ni un deseo de muerte a su padre, ¿es una persona íntegra? ¿se le puede llamar la "heroína" de la historia? Osea, de qué tipo de protagonista en busca del bien estamos hablando. No hizo caso a las sinceras peticiones de sus tres seres más amados por satisfacer un deseo personal, que para más, ponía en riesgo su vida y perjudicó a sus cercanos. Y para más remate, una venganza que la hace vomitar en situaciones chocantes, y la obligan a tener que desinfectarse cuando está cerca de alguien que no le agrada... Patético. Nina/Rita partió como bomba, demoró en efectuar la venganza, y cuando finalmente lo hizo, ya no la vimos más. Con suerte aparecía un par de veces por capítulo. Ni hablar, se convirtió en un personaje sin potencia y odiado por la audiencia, viéndose totalmente aplacada por otras personalidades. Jorgito, la pareja de Nina, un cabeza de músculo impulsivo e impaciente que sólo puso sus intereses personales por sobre el bien de sus cercanos. Una pareja principal sin absolutamente ni una gracia, que en muchos momentos terminaron por cansar al telespectador con ese ir y venir constante. Una Nina que no era capaz de confiar sus secretos en su amado, y un Jorgito poco comprensivo e indeciso, qué lata. Esas escenas de fuerza y pasión al son de "Set Fire to the Rain" nadie se las creyó, porque su debilidad como pareja irradió hasta fuera de las pantallas.

La familia Tifón fue retratada como la familia más necia de la novela, ¿era esa la idea? Creo que sí. Porque le convenía al autor que por más de cien capítulos los personajes en cuestión creyeran en las mentiras de la villana Carmina, a pesar de que en frente tenían todas las pruebas que la incriminaban. El punto máximo de la ceguera y la estupidez, que dicho sea de paso, deja también como un estúpido al televidente. Ya que JEC (autor) para poder sobrellevar la historia sin que las cosas se le fueran de las manos (cosa que un autor debería saber manejar), falsificó las riendas de la trama y las convirtió en una situación difícil de creer. Tifón, el rey de los "pavos", Murilo Benício siempre un excelente actor, pero su personaje de inocente, y en muchos momentos el más ciego de la historia, personalmente creo le jugó en contra, quizás se ganó la adoración del público, pero su capacidad actoral es mucho más. Doña Muricy, otra gran actriz que quizás no se perdió tanto, porque la idea era mostrar a una señora sin moral e insoportable, Eliane Giardini lo logró totalmente, pero ya hacia las finales, el personaje cayó en severas exacerbaciones y se transformó en una caricatura, lo mismo pasó con Lelecco, otro anciano insoportable y sin carisma. Su hija Ivana, al igual que su hermano en la novela, la reina de las tontas, ridícula, sin gracia. La familia más ciega y ruidosa que en los últimos años hemos visto, ¿agradable o desagradable?, eso lo decide usted.

La latosa familia Tifón.

Nos encontramos luego con los habitantes del Tiradero, Mamá Lucinda, un personaje que causó exrema confusión entre los televidentes al no saber su rumbo, su procedencia y sus intereses. Es un punto en contra que los telespectadores no sepamos cuál es la necesidad dramática de un personaje, y Mamá Lucinda nos causó a todos esa incertidumbre, a pesar de la gran interpretación de Vera Holtz, una actriz que nunca declina, extraordinaria siempre. Su ex marido en la historia sí que fue un buen personaje, el tío Nilo, un viejo despiadado y mal educado (una inmoralidad justificada), asqueroso y ambicioso. Muy bien escrito y desarrollado, pasando de ser un villano más, a principal víctima de la historia, amado por los adictos. La pregunta ahí es de dónde sacaba dinero Lucinda para alimentar a esos niños, y qué fue lo que pasó con ellos al final, los días que su mamá estuvo en prisión, etcétera. Como se hizo costumbre en Avenida Brasil, cabos sueltos por doquier.

Ahora nos encontramos con los habitantes del Divino, el suburbio carioca que se retrató en esta novela. Personajes tan distintos como iguales. Primero tenemos a Monalisa, interpretada por Heloísa Perissé, una mujer luchadora y esforzada, pero no por eso ausente en los chismes y peleas a gritos características del barrio. Su colega y amiga Olenka, una cuarentona que se entromete con el hijo pequeño de su amiga, quien ayudó a criar, con un hombre que tiene tres esposas más, con un retrasado mental, y con el novio de su amiga, y aún así vive con ella como pensionada... ¡Qué bien quedó la mujer brasileña con Avenida Brasil!. El señor Diógenes, presidente del Divino Fútbol Club, el rey de los chismosos, protagonizó para mí el núcleo más ridículo de la novela, el que lo encerraba a él y a su ex esposa Sonia Catatau, quién regresa después de veinte años como la devota cristiana Dolores, y que en los capítulos finales muestra su verdadera personalidad de ex actriz porno al regresar sus ex colegas del negocio pornográfico, con espasmos de locura y luego de cristiandad, abandonando a su hijo y esposo nuevamente, luego de haber estado durante todo el transcurso de la novela demostrando que había cambiado. Yo era uno de los que esperaba su regreso al final, pero nada pasó, Dolores se quedó como Sonia Catatau para siempre. Prefiero ni recordar que esa historia existió, ya que ni siquiera es digna de pobre sitcom chilena. Lo más ridículo que he visto en años, la bella actriz Paula Burlamaqui dando pena con esa interpretación. Por otro lado, está Adauto, un deficiente mental con un trauma excesivamente imbécil que en momentos se tornó protagonista del último capítulo, y que sólo fue revelado al final, haciendo que durante toda la historia viéramos a un personaje que si bien era un trastornado, fue el más pasivo dentro de la familia Tifón, para que se lo vayan imaginando. Estaba también Silas, dueño del principal bar del Divino, un personaje menospreciado durante toda la historia, por sus novias y amigos, de buen corazón pero con poca trascendencia. Su hijo Darkson, un personaje sin ni un rumbo hasta que conoció a Tessália, una humilde joven que se casó con el anciano insoportable y abusador de Lelecco, ¿alguna lógica en esa unión? Luego con Darkson ya pudo encontrar la chica a una persona más indicada, pero ¿cuándo vimos el proceso de encantamiento de ella hacia a él? No estuvo, fue el paso de la friendzone a una relación, sin proceso intermedio.

Algunos de los tantas uniones ridículas de Avenida Brasil.
Luego, y en el mismo núcleo, nos encontramos con la "suelta" Suellen, la muestra máxima de los que es la ordinariez máxima, ¿será así realmente? Bueno, deben existir personas así, no lo ponemos en duda, pero teniendo una base estructural buena del personaje, cayó en la vulgaridad, la repetición, y se perdió el rumbo de su historia (al igual que la mayoría de los personajes secundarios de Avenida Brasil). Teniendo la posibilidad de poder ahondar en la sicología de Suellen, en el por qué se convirtió en una "mujerzuela", nos quedamos sólo con el hecho, con el ser, sin la correspondiente explicación. Ísis Valverde, una actriz en ascenso, partió mostrándonos un personaje que parecía interesante, pero que luego se convirtió en uno más, y sus ocurrencias finalmente se transformaron en situaciones sin mayor trascendencia para el desarrollo de su núcleo. Su pareja en la novela fue Roni, una personalidad que el autor jamás supo definir entre gay o no, y que finalmente quedó en trío amoroso junto a Suellen y el insoportable Leandro, otro personaje sin gracia y relleno. 


Alexandre Borges fue otro que partió deslumbrando pero finalmente pasó sin pena ni gloria dentro de la historia, su personaje Carlitos se presenta en la primera fase prometiendo entregar distensión, frescura y muchas risas durante el transcurso de la producción, y eso fue lo que hubo hasta cierto momento, cuando las tres esposas se enteran que no son los únicas mujeres en la vida del mujeriego. Es ahí cuando Verónica, Noemia y Alexia, de ser tres mujeres diferentes, pasan las tres a ser iguales, disminuyendo la importancia de cada una. La primera, interpretada por la excelente Débora Bloch, una mujer arribista, ambiciosa, prejuiciosa y sin moral. Noemia, en la piel de la bella y talentosa Camila Morgado, artista de corazón, una especie de hippie chic, muy culta y apasionada. Y finalmente Alexia, interpretada por la grandiosa Carolina Ferraz (en un personaje deplorable), una socialité independiente, autónoma y elegante. Tres personajes distintos, con tanto que poder entregar, y que lamentablemente, luego que Carlos Eduardo perdiera toda su fortuna, evolucionaron todas a comportarse igual que la ridícula de Verónica, y es regla infalible en la escritura de guión para televisión, que dos personajes si son iguales, se repelen y disminuyen su intensidad e importancia dentro de la historia, imagínense si son tres personajes iguales. Una pena y una pérdida terrible. Y si de desperdicio de buenos actores hablamos, dentro del mismo núcleo participó la inolvidable Betty Faria, interpretando a Pilar, la madre de Alexia, y teniendo nula importancia dentro del núcleo. Débora, quizás uno de los pocos personajes puros de Avenida Brasil, partió como co-protagonista y terminó como secundaria con apariciones esporádicas. Otro desperdicio más.


Destacaron sí las empleadas Janaína y Zezé, y se transformaron en los reales personajes cómicos de la novela, ganando importancia y profundidad de a poco. Felicitaciones para ellas. No las olvidaremos.

Pero sin dudas, y según la opinión de muchos, la gran atracción de Avenida Brasil, y el personaje mejor escrito y desarrollado (el único) fue la magistral e inolvidable antagonista Carmen Lucía Moreira de Souza, alias Carmina (Y no Carmiña, como muchos pronuncian). La villana de la historia se robó todos los aplausos de principio a fin. Un personaje muy bien escrito, con claras necesidades dramáticas, sicología de personaje, progresión y evolución de la A a la Z, en fin, excelente. Pareciera que JEC le puso mucho color a la villana y dejó de lado el resto de los personajes, porque su trabajo con Carmina fue de excelencia. Esto, complementado a la versatilidad y talento de la maestra Adriana Esteves, quien dejó boquiabierto al mundo entero con su actuación, resultó en que Carmina se convierta en una de las grandes villanas de las Teleseries Brasileñas. Para muchos, incluyéndome, Carmina fue la única razón para ver Avenida Brasil con ansias y sin dormirse, ya que gracias a la interpretación de Adriana Esteves, el público se mantuvo al tanto de la historia, sin interesarse en el amor de Nina y Jorgito, y las historias secundarias, por ejemplo, si no muriendo de curiosidad al pensar con qué nueva saldría la villana, cuál era su pasado, cómo seguiría engañando a todo el mundo, entre tantas otras creaciones en torno a la antagonista, que sin duda, fueron lo mejor y la gran atracción de la historia, factor importante de su éxito mundial. Ella, junto a Max, otro villano muy bien escrito e interpretado, se convirtieron en los grandes destaques de Avenida Brasil, sin duda alguna.


Y es el gran problema de esta novela su guión, agotador y mal estructurado, pero (afortunadamente) nada más que eso, ya que Avenida Brasil cuenta quizás con una de las producciones más arriesgadas e innovadoras de la historia, una imagen cinematográfica, música espectacular, fotografía de lujo, tomas dignas de Óscar, y también con eso, se agradecen las bellas locaciones cariocas, centrando la mayoría de las historias en el Divino, barrio afavelado reconstruído en la extensa Projac, a pesar de lo mal habitado que fue este suburbio debido al guión ordinario (A diferencia de las novelas de Gilberto Braga, por ejemplo, donde hasta el suburbio está lleno de estilo). 

Pero toda esta belleza y súper-producción se ve perjudicada cuando el guión es débil, y eso pasó con Avenida Brasil. De todas maneras, a los realizadores poco les debe importar esto si la teleserie ya se ha convertido en la más vendida en la historia de Globo, y recaudó la no menor suma de 2 mil millones de dólares. Un éxito financiero, también. 

De igual manera, muchos estarán de acuerdo conmigo al afirmar sobre la falta de contenido de Avenida Brasil, donde lo inmoral, sucio y fuera de la realidad, es tomado como normal, La ética se ve corrompida y crea una conversión total, al aceptar que la gran mayoría de los personajes mienten a sus seres queridos, engañan y sólo saben hablar mal de otro y enjuiciar, mostrando (y difundiendo, de hecho) la desigualdad en las grandes ciudades de Brasil, pero recalcando la incultura de la Zona Sur, y la bajeza moral de la Zona Norte y las favelas. Incluso, tapando actitudes y personalidades asquerosas, como las de Carlitos, Suellen, Dolores, Padre Solano, Zezé, entre otras, bajo un contexto cómico, justificándolas e intentando que sean moda en Brasil y el mundo, denigrando así a la clase baja, inmoralizándola, y creando aún más prejuicio.

Y toda la venganza, para esto...
Es preciso decir, que asumo la polémica y represión que quizás generará esta opinión. Pero era necesario decirlo, sin duda alguna.